Un relato conectado a noticias verdaderas y una segmentación basada en intereses comunes favorece la propagación de los bulos. Esta es una de las principales conclusiones del experimento realizado por la consultora Torres y Carrera, en colaboración con la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, que durante el pasado mes de agosto creó, dinamizó y rastreó cuatro noticias falsas. El objeto de este experimento social -que sigue en desarrollo- es analizar desde dentro el comportamiento de los bulos y determinar las claves que favorecen la proliferación de las noticias falsas.
En este trabajo se analizan las múltiples causas que favorecen el fenómeno de las fake news en el que factores como las redes sociales, el Big Data y la comunicación política juegan un papel fundamental. Así, la investigación también constató que las fake news adquieren mayor recorrido cuando dan el salto desde las redes sociales a sistemas de mensajería como Whatsapp o Telegram puesto se esconden a cualquier rastreo y amplifican el radio de acción.
Bulos veniales
El acercamiento al universo Fake se hizo con la mayor responsabilidad posible y siempre bajo control. “Esto es, había que gestionar mentiras, pero -en la medida de lo posible- evitar que éstas añadieran más polémica y ansiedad social a las que ya acompañan a este complejo 2020” explica Xurxo Torres, director general de Torres y Carrera y coordinador del Proyecto Culebras, así denominado en alusión a la expresión acuñada por los periodistas del S.XIX para referirse a las historias inverosímiles que se propagaban durante el periodo estival.
Tal y como explica Cristóbal Fernández, vicedecano de Estudiantes y Comunicación de la Universidad Complutense, “se trata de una iniciativa pionera en el sector, y una nueva aportación de interés a través de un trabajo experimental para constatar el funcionamiento de los mecanismos que favorecen el desarrollo de noticias falsas en la red”.
Para ello, se establecieron cuatro bulo-relatos con diferentes nodos de interés:
- Una actriz española, protagonista de Spider-Man 3
- El chimpancé que juega al Fortnite
- El reggaetón encumbra al español como idioma musical
- Un proyecto para leer la mente de los trabajadores
Cada uno de ellos presentaba estrategias diferenciadas: unos contaban con influencers, otros con campañas de pago, otros iban muy referenciados científicamente… Cuatro mentiras, cuatro senderos diferentes y unas conclusiones comunes que conforman una guía práctica para segregar las noticias falsas de la información real y veraz.
“La actividad generada en los cuatro casos desarrollados ha demostrado que es factible llegar a generar conversación en torno a una noticia falsa en redes sociales, tanto con contenidos puramente orgánicos como con publicaciones impulsadas con influenciadores y/o publicidad pagada”. según señala el profesor Angel L. Rubio del Departamento de Periodismo y Comunicación Global de la Universidad Complutense de Madrid.
Utilizando perfiles de apenas 1.000 seguidores (981 de media) y un promedio de 30 publicaciones, se observa una multiplicación de impresiones con tasas de interacción superiores al 0,5%, cifra que en Twitter se estima como una buena tasa de ER.
Llamada a la corresponsabilidad
“Los casos estudiados en el Proyecto Culebras ponen de manifiesto que la corresponsabilidad en la difusión de un bulo atañe fundamentalmente a cuatro actores: a los ciudadanos como individuos que consumen, generan y distribuyen información, a las grandes empresas tecnológicas que se han convertido en verdaderos amplificadores, a los medios de comunicación tradicionales y a los gobiernos. Y todas esas partes implicadas deben dar respuestas para contener y evitar la propagación de mentiras”, concluye David Álvarez, profesor del departamento de Periodismo y Nuevos Medios de la Universidad Complutense de Madrid.
El informe completo, titulado “La génesis de la posverdad” se puede descargar en la web de Torres y Carrera y de la Universidad Complutense de Madrid.