Irene García y Raquel Boo son el corazón del Estudio Ekinocio que estos días cumple 7 años. Ellas mismas nos cuentan lo que han supuesto estos años de trayectoria profesional.
¿Cómo resumiríais estos 7 años?
La palabra que mejor define la trayectoria es “aprendizaje”. Hemos aprendido a ver, a analizar, a conceptualizar, a diseñar, a expresar, a comunicar y a soñar. Y seguimos aprendiendo con cada proyecto, es lo más estimulante de este tipo de profesión.
¿Cómo nace Ekinocio?
Como casi todas las iniciativas autónomas, nace de querer hacer las cosas como uno cree que se deben hacer y de la ilusión de trabajar en aquello que le apasiona con total libertad. Después de cuatro años en el mundo de la comunicación, una en Compostela y la otra en Barcelona, decidimos que era la hora de aunar esfuerzos e intentarlo, porque con 25 años teníamos la energía necesaria y nada que perder.
¿De donde salió el nombre de Ekinocio?
Hablamos por primera vez del proyecto a finales de marzo y se fue gestando en los meses siguientes, hasta que se hizo realidad a finales de septiembre. Es decir, entre el equinoccio de primavera y el de otoño. Nos gustó la idea de que en esa fecha señalada, el día y la noche durasen lo mismo; simboliza lo que aportamos cada una a este proyecto, el mismo esfuerzo y las mismas ganas, una especie de equilibrio, un todo con dos mitades.
¿Os habéis especializado en alguna actividad en concreto?
No fue algo planeado, pero hemos ido adquiriendo tablas en la creación de imágenes corporativas y a día de hoy es lo que más hacemos y quizá también lo que más nos gusta. Dotar de identidad al proyecto de un tercero, darle forma y color, transmitirle valores… ver crecer y materializarse algo en lo que otra persona cree contagia ilusión.
¿Qué os diferencia con otros estudios?
Pensamos que existen más semejanzas que diferencias. Conocemos de cerca muchos estudios pequeños de Compostela como el nuestro, y vemos que detrás de cada trabajo que realizan hay mucho esfuerzo y talento, mucha creatividad. Estamos estableciendo redes de colaboración y sinergias con otros profesionales del sector, lo que nos permite ser más competentes, ofrecer a los clientes un servicio mejor y abordar proyectos de mayor envergadura. Creemos que no se trata de diferenciarse y competir, sino de colaborar y mejorar.
Uno de vuestros principios básicos es el trato con el cliente.
Una de las cosas que hemos aprendido durante este tiempo es que para que un trabajo salga redondo es necesario trabajar con el cliente, no para él. La comunicación entre las dos partes ha de ser fluída para trabajar de manera cómoda; es fundamental la confianza mutua. Si ellos nos hacen partícipes de sus negocios, proyectos o iniciativas, debemos responder haciéndoles partícipes del proceso creativo, involucrándonos todos de la misma manera, el resultado es más satisfactorio.
Es difícil de explicar, pero muchas veces necesitamos conocer si nuestro cliente ha tenido un buen día, si le duele la cabeza o a qué lugar se va a ir de vacaciones; para saber cómo transmitirle una idea. Sabemos que muchos profesionales del sector prefieren otro tipo de relación con el cliente, pero a nosotros nos funciona esta, queremos conocer a la persona que hay detrás del cliente.
Vuestro trabajo más destacado ha sido el de Pecados, ¿contarnos la experiencia?
Este quizá sea uno de los mejores ejemplos de lo que comentábamos antes. Suso quería abrir una tienda de golosinas distinta a las demás. Conocía bien el sector y el producto, pero no se impuso, sino que debatió con nosotras durante bastante tiempo la idea de negocio, públicos objetivos, estrategias de venta, etc.
Le propusimos el naming, la imagen y el packaging inicial; con estas premisas conocimos a los interioristas, con los que también trabajamos codo con codo para desarrollar un proyecto con muchos detalles y cosas hechas a medida. Formamos un equipo de trabajo que se completó con los proveedores de vinilos, bolsas, pegatinas, botes y cajas, etc.
Cuando llegó el momento de lanzar las primeras campañas estábamos tan compenetrados que todos íbamos en la misma dirección. Fue una experiencia laboral increíble, aún lo es hoy. Suso tiene su tienda y nosotras tenemos un lugar donde nos sentimos como en casa, en el que se nos escucha y se nos permite hacer pequeñas locuras, por lo que siempre estaremos agradecidas.
Pero no es el único caso de “cliente ideal” o “proyecto soñado”, trabajamos igual de cómodas con todos los que confían en nosotras: Mistelánea, Gaia dos Nenos, Bodeus, Ultramarinos, Intanxibles, GES…
Participáis en el CafeDTurno que se celebra todos los meses en Santiago, contarnos un poco la iniciativa y cómo ha evolucionado en estos años.
Es una reunión informal de personas que desarrollan profesiones creativas. Nos vemos el tercer jueves de cada mes para compartir experiencias, intercambiar conocimientos, socializar con personas afines e incluso plantear proyectos conjuntos.
El perfil profesional de las personas que acuden es muy diverso, sin embargo el personal suele ser similar, personas con ganas de compartir. Una de las últimas iniciativas es la creación de un banco de tiempo mediante el que intercambiamos horas de dedicación a algún proyecto concreto. Por ejemplo, se han intercambiado ya fotografías de estudio, la maquetación de una pequeña web, ayuda con un plan de medios, traducciones de textos, elaboración de un 3D, etc.
Hemos hecho muchas cosas en los dos años y medio que lleva funcionando, desde minicursos de diseño 3D o consejos de Photoshop, hasta charlas de cine o cartelismo, pasando por divertidos concursos de pinchos, carteles, chapas o logos. Se ha convertido en una cita ineludible para muchos de nosotros.
Compartís oficina con otros profesionales, ¿cómo está siendo esta experiencia de coworking?
Es una consecuencia del mismo CafeDTurno. En una de las reuniones conocimos a Pablo Dávila, que era un profesional autónomo que desarrollaba su actividad principalmente desde casa. Cuando nos pusimos a hablar de las ventajas y los inconvenientes de esto surgió la idea de compartir el espacio en el que trabajábamos. A Víctor Souto le pasaba algo parecido, necesitaba un lugar donde poder reunirse con los clientes en Santiago. Acordamos probarlo durante un tiempo y hasta hoy. Casi hace un año de esto y es una de las mejores cosas que nos han pasado como empresa. Nos asesoramos, contrastamos opiniones… incluso hemos hecho proyectos en grupo. Es estupendo, hace el trabajo más ameno y enriquecedor. El coworking es una experiencia que recomendamos a otras empresas.